jueves, 4 de agosto de 2011

EMPEZAR

Comenzar cada día es un inmenso regalo que Dios nos hace.
Al despertar se nos abren los ojos gracias a Su voluntad, nada hacemos para ello, por tal motivo debemos decir: “Te agradezco Dios, Rey viviente y eterno, pues Tu me has devuelto misericordiosamente el alma dentro de mi, grande es Tu fidelidad”. (Extraído del libro de oraciones).


Empezar requiere tomar la decisión de querer hacerlo. Saber que en gran parte depende de cada persona, que no existe lo imposible, tampoco existe el fracaso, sino que cada vez que no se logra lo querido es un desafío para seguir intentando, son solo escalones que se deben subir para llegar al lugar predeterminado.
Empezar requiere voluntad de acción. Hacer sin esperar el resultado, dado que el placer esta en el hacer. Hacer con alegría plena dado que estamos en condiciones para ello y por sobre todas las cosas saber que no estamos solos, Dios nos acompaña, “Yo estoy contigo. Te protegeré a donde vayas y te hare volver a este lugar. No te abandonaré hasta haber cumplido lo que te he dicho” (Genesis 28:15), y además tenemos la posibilidad de pedir ayuda para seguir haciendo.
Podemos casi todo. Nada es difícil, nada es fácil.
La Biblia, en el Libro de la Alianza o Antiguo Testamento como se lo llama comúnmente, nos enseña como empezar, dice: “Adonai dijo a Abram, anda para ti mismo de tu tierra, del lugar donde naciste y de la casa de tu padre a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1).
Abram sitió la palabra de Dios en su interior que le proponía empezar una vida nueva, diferente. Le sugería introducirse dentro de si mismo para encontrarse y encontrar a Dios para comenzar una vida con Él dejando de lado los ídolos que adoraba a ese momento. Una ardua tarea de dejar de lado los hábitos aprendidos y empezar un nuevo sistema de creencias. Para ello debía dejar de practicar lo que había adquirido en su tierra, debía cambiar las costumbres del lugar donde había nacido, como así también debía dejar las costumbres paganas adquiridas en la casa de su padre, en resumen la propuesta fue que produzca dentro de si los cambios necesarios para ser el mismo y compartirlo con los demás. Seguramente debía meditar en silencio y en soledad para lograr su propia armonía, empezar una vida plena.
¿Acaso hay edad para empezar?
Nuevamente Abraham nos enseña que no hay edad para ello. “Abraham volvió a tomar otra mujer llamada Quetura la que le dio los siguientes hijos Zamran, Jecsan, Madan, Jesboc y Suraj” .
(Génesis 25:1/2) Abraham empieza, después de haber enviudado, una nueva vida con otra mujer, con quien seguramente debía aprender a convivir. Además de ello fue, nuevamente, padre y en este caso de cinco hijos. Debió haber sido muy trabajoso para un hombre de edad avanzada ocuparse de criar hijos que seguramente dormían poco y lloraban para que les den de comer, como así también cuidarlos, higienizarlos y enseñarles a vivir, no obstante todo ello Abraham empezó nuevamente. ¡Que maravilloso ejemplo!
Empezar cada día, que oportunidad maravillosa.
Empezar a generar propuestas para vivir haciendo.
Empezar a aprender a compartir y crear una comunidad tendiendo puentes.
Empezar a pensar positivamente.
Empezar a dar y aprender a recibir.
Empezar cada día a amar.
Empezar a aprender a vivir en plenitud.